Monday, March 14, 2005

Seguía consumiéndose el cigarrillo en su dedos, y él mirando la pantalla del móvil. No podía imaginarse quién le estaría gastado la macabra broma de llamarle todos los días dos veces a la misma hora. Miraba el número, 65. ... ... con curiosidad y furia. Nadie contestaba, y era consiente de la causa: él tampoco lo hacía. No era desdén o abandono, simplemente le parecía un gasto prescindible.

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